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lunes, 19 de noviembre de 2018

China y Occidente.



Desde sus lúgubres pantanos, los académicos y editorialistas de revistas financieras estadounidenses, los “expertos en Asia” de los medios de comunicación de masas y los políticos conservadores y progresistas occidentales croan al unísono el inminente colapso medioambiental chino. Sucesivamente, han proclamado que (1) la economía china está en declive; (2) su deuda es arrolladora y está a punto de estallar su burbuja inmobiliaria; (3) el país está plagado de corrupción y envenenado por la contaminación; y (4) los trabajadores chinos están organizando huelgas paralizadoras y protestas en medio de una creciente represión, como resultado de la explotación y la pronunciada desigualdad de clases. Las ranas financieras croan que China representa una amenaza militar inminente para la seguridad de Estados Unidos y de sus socios asiáticos. Otras ranas saltan de indignación: ¡Los chinos amenazan ahora a todo el universo!
Los “agoreros chinos” que ven la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el propio han distorsionado sistemáticamente la realidad y fabricado cuentos extravagantes que en realidad reflejan sus propias sociedades.
A medida que sus falsas afirmaciones son refutadas, las ranas modifican sus cantos: cuando las predicciones de un colapso inminente no se materializaron, retrasaron los pronósticos de su bola de cristal un año o incluso una década. Cuando sus avisos de tendencias sociales, económicas y estructurales negativas resultaron falsos y las cifras seguían siendo positivas, sus ágiles dedos recalibraron la amplitud y profundidad de la crisis, citando “revelaciones” anecdóticas sacadas de una conversación con algún taxista o escuchadas en cualquier aldea.
Como los fracasos anunciados durante mucho tiempo no terminan de materializarse, los expertos “remodelan la información” y se cuestionan la fiabilidad de las estadísticas oficiales chinas.
Y lo peor de todo es que los académicos y los “expertos” occidentales sobre Asia intentan un “intercambio de roles”: Mientras las bases y los navíos de guerra estadounidenses rodean progresivamente a China, los chinos se convierten en agresores y los belicosos imperialistas de EE.UU. se presentan a sí mismos como víctimas gimoteantes.
Este artículo pretende desmontar estas fábulas y esbozar un relato alternativo y más objetivo de la actual realidad política y socioeconómica de China.



China: ficción y realidad.

Una y otra vez leemos acerca de la economía de salarios bajos de China y la brutal explotación de su mano de obra esclavizada por parte de oligarcas multimillonarios y autoridades políticas corruptas. En realidad, el salario medio del sector manufacturero chino se ha triplicado en los últimos diez años. Los trabajadores chinos perciben salarios muy superiores a los de los países latinoamericanos con una eventual excepción. Los salarios de los operarios de las fábricas chinas se aproximan actualmente a los de los países de movilidad descendente de la Unión Europea (UE). En ese mismo periodo, los regímenes neoliberales, presionados por la UE y EE.UU., han cortado a la mitad los salarios en Grecia y reducido significativamente los ingresos de los trabajadores en Brasil, México y Portugal. Los salarios de los trabajadores en China superan actualmente a los de Argentina, Colombia y Tailandia. Aunque no son altos para los niveles de la UE o EE.UU, en 2015 los salarios chinos se movían en torno a los 3,60 euros la hora, lo que ha mejorado el nivel de vida de cientos de millones de trabajadores. Durante el periodo en que China triplicó el salario de sus trabajadores, los de sus homólogos indios se estancaron a 0,70 € la hora y los de los sudafricanos bajaron de 4,30 € a 3,60 €/hora.
Este espectacular aumento salarial se atribuye en gran medida al aumento de la productividad, fruto de mejoras constantes en la sanidad, educación y formación técnica de los trabajadores, así como a la presión sostenida y organizada de los obreros y de la lucha de clases. La exitosa campaña del presidente Xi Jinping destinada a apartar de su puesto y arrestar a decenas de miles de funcionarios y jefes de fábrica corruptos y explotadores ha promovido el poder de la fuerza laboral. Los obreros chinos están cerrando la brecha con el salario mínimo estadounidense. Al índice de crecimiento actual, la brecha, que se ha estrechado de una décima a una mitad del salario mínimo de EE.UU. en diez años, desaparecerá en un futuro próximo.
China ha dejado de ser exclusivamente una economía de salarios bajos, no especializada, de trabajo intensivo, plantas de ensamblaje y orientada a la exportación. Hoy día, 20.000 escuelas técnicas gradúan a millones de trabajadores cualificados. Factorías de alta tecnología están incorporando la robótica a gran escala para reemplazar a los trabajadores no cualificados. El sector servicios está en pleno crecimiento para absorber la demanda del mercado interno. Al tener que hacer frente a un aumento de la hostilidad política y militar estadounidense, China ha diversificado su mercado de exportación, volviéndose hacia Rusia, la UE, Asia, América Latina y África.
A pesar de estos impresionantes progresos objetivos, el coro de “ranas deshonestas”1 sigue lanzando profusas predicciones año tras año sobre el deterioro y declive de la economía china. Sus análisis no se ven alterados por el 6,7 % de crecimiento obtenido en PIB en 2016 sino que ¡se aventuran a pronosticar para 2017 un “descenso” del crecimiento hasta el 6,6 % como prueba del inminente colapso! Decididos a no verse disuadidos por la realidad, ¡el coro de ranas de Wall Street celebra animadamente el anuncio del incremento del PIB estadounidense del 1 % al 1,5 %!
China ha reconocido sus graves problemas medioambientales y está a la cabeza de los países a la hora de dedicar recursos (miles de millones de dólares, el 2 % de su PIB) para reducir los gases de efecto invernadero. Sus esfuerzos exceden con creces los de EE.UU. y la UE.

China, como el resto de Asia y Estados Unidos, necesita aumentar enormemente las inversiones destinadas a reconstruir sus infraestructuras decadentes o inexistentes. El gobierno chino es la única de las naciones que ajusta o incluso excede sus crecientes necesidades de transporte, para lo cual destina 800.000 millones de dólares anuales a la construcción de autopistas, líneas de ferrocarril, puertos, aeropuertos, metros y puentes.
Mientras Estados Unidos ha rechazado tratados comerciales y de inversiones multinacionales con once países del Pacífico, China ha promovido y financiado tratados similares con más de 50 estados de Asia y el Pacífico (salvo Japón y EE.UU.), así como otros estados africanos y europeos.
El gobierno chino, bajo la dirección de su presidente Xi Jinping, ha lanzado una eficaz campaña a gran escala contra la corrupción que ha llevado a la detención o destitución de más de 200.000 empresarios y funcionarios, incluyendo algunos multimillonarios y altos cargos del politburó del comité central del PCC. Como resultado de esta campaña de ámbito nacional, la compra de artículos de lujo ha decaído considerablemente. La práctica de la utilización de fondos públicos para cenas exquisitas de doce platos y el ritual de entrega y aceptación de regalos está en decadencia.
Mientras esto ocurre, a pesar de que Trump proponía “drenar la ciénaga” en su campaña política y del exitoso resultado en el referéndum del Brexit, ni en Estados Unidos ni en Reino Unido se ha puesto en marcha nada que se parezca remotamente a la campaña anticorrupción china, a pesar de los informes diarios sobre estafas y fraude que implican a los cien principales bancos del mundo anglo-estadounidense. La campaña anticorrupción china ha podido servir para reducir desigualdades y se ha ganado indudablemente el respaldo de los campesinos y trabajadores chinos.

Los periodistas y académicos que suelen repetir como loros los argumentos de los generales estadounidenses y de la OTAN advierten de que el programa militar chino es una amenaza directa a la seguridad de EE.UU., Asia y el resto del mundo. La amnesia histórica emponzoña a estas ranas cantarinas. Olvidan que, tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos invadió y destruyó Corea e Indochina (Vietnam, Laos y Camboya), matando a más de 9 millones de habitantes, tanto civiles como defensores. Estados Unidos invadió, colonizó y neocolonizó Filipinas en los inicios del siglo XX, matando a un millón de habitantes. En la actualidad, continúa expandiendo su red de bases militares para rodear China. Recientemente trasladó potentes misiles nucleares THADD, capaces de atacar ciudades chinas e incluso rusas, a la frontera con Corea del Norte. Estados Unidos es el mayor exportador de armas del mundo, y su producción de armas supera la producción y venta conjunta de los cinco siguientes mayores mercaderes de muerte.
Por el contrario, China no ha atacado, invadido u ocupado unilateralmente ningún país en cientos de años. No ha colocado misiles nucleares en la costa o las fronteras de EE.UU.; de hecho no cuenta con una sola base militar en el extranjero. Sus propias bases militares, en el mar meridional de China, tienen la función de proteger sus principales rutas marítimas de los piratas y de la armada estadounidense, cuyas provocaciones aumentan progresivamente. El presupuesto militar chino, que tiene previsto un incremento del 7 % en 2017, sigue siendo inferior a una cuarta parte del estadounidense.
Por su parte, Estados Unidos promueve alianzas militares agresivas, apunta sus radares y misiles guiados por satélite hacia China, Irán y Rusia y amenaza con arrasar Corea del Norte. El programa militar chino siempre ha sido, y continúa siendo, defensivo. Su aumento se basa en la necesidad de responder a las provocaciones de EE.UU. El avance imperial chino está basado en su estrategia de mercado global mientras que Washington continúa implementando una estrategia imperial militarista, diseñada para imponer la dominación global por la fuerza.

Conclusión.

Las ranas de la intelligentsia llevan tiempo croando con fuerza. Se pavonean y posan como si fueran los mejores atrapamoscas del mundo, pero no producen nada creíble en términos de análisis objetivos.
China tiene numerosos problemas sociales, económicos y estructurales, pero se enfrenta a ellos sistemáticamente. Los chinos están comprometidos con la mejora de su sociedad, su economía y su sistema político en sus propios términos. Intentan resolver problemas tremendamente complicados al tiempo que se niegan a sacrificar la soberanía nacional y el bienestar de su pueblo.
La política oficial estadounidense para enfrentarse a China como competidor capitalista mundial se basa en rodearla con bases militares y amenazar con perturbar su economía. Como parte de esta estrategia, los medios de comunicación y los supuestos “expertos” occidentales magnifican los problemas de China y minimizan los suyos propios.
A diferencia de China, Estados Unidos se complace con obtener un crecimiento anual inferior al 2 %. Los salarios llevan decenios estancados; el salario real y el nivel de vida se reducen. Los costes de la educación y la sanidad se disparan al tiempo que la calidad de esos servicios vitales cae espectacularmente. Aumentan los costes, el desempleo y el índice de suicidios y de mortalidad de la clase trabajadora. Es absolutamente crucial que Occidente reconozca los impresionantes avances de China si desea aprender, copiar y fomentar un modelo similar de crecimiento y equidad. Es esencial que China y Estados Unidos cooperen para promover la paz y la justicia en Asia.
Desgraciadamente, el anterior presidente, Obama, y el actual presidente, Donald Trump, han escogido la vía de la confrontación y la agresión militar. Los dos mandatos de Obama muestran un historial de guerras fallidas, crisis financieras, aumento de la población penal y descenso del nivel de vida nacional. Pero todo el ruido que crean esas ranas, croando al unísono, no cambiará el mundo real.

Notas
1: El autor utiliza la expresión “crooked croakers” (croadores deshonestos) para hacer un juego fonético imposible de recrear en castellano.

viernes, 19 de octubre de 2018

Echar la vista atrás.

Los resultados electorales obtenidos por Podemos en las elecciones europeas han originado reacciones encadenadas en la izquierda, en la derecha y en el propio universo de Podemos. Con estas reacciones lo que se ha puesto en juego son tres elementos de gran importancia. El primero es la configuración de la izquierda, con ello se alude, de un lado, al decantamiento entre una alianza en un nivel más elevado entre los dos grandes bloques políticos que conforman IU de un lado y Podemos de otro, o la consolidación de la división de la izquierda como ocurre en otros países de nuestro entorno como Grecia con Syriza y el KKE, o en Portugal con el PCP y el Bloque. El desenlace de este aspecto tendrá que ver especialmente con el tipo de proyecto de partido político en que terminará plasmándose el proceso de organización de Podemos y que abordaremos más adelante. Los pasos en busca de algún tipo de unidad han sido dados hasta ahora exclusivamente por IU. Es lógico que Podemos quiera asentarse organizativa y programáticamente antes de decidirse en este sentido, pero también puede estar tentado en explorar todas sus posibilidades en solitario antes de plantearse cualquier tipo de alianza con IU o/y otras organizaciones.



De otro lado la disputa en la izquierda se está dirimiendo también en torno a la naturaleza de ésta. IU representa a la izquierda clásica, con un núcleo organizativo en torno al PCE, con relaciones más o menos estrechas con el mundo sindical, con apertura a los nuevos movimientos sociales, con unos objetivos finales orientados al socialismo, con una experiencia en política de alianzas y que, por supuesto, no tiene ningún complejo en declararse de izquierdas, como indica su propio nombre, y defender, en consecuencia los valores, organizaciones o gobiernos de izquierda. Podemos es actualmente una nebulosa con un programa electoral similar al de IU, pero sin programa político –ese que da sentido y contenido al programa electoral– en sustitución del cual se acude a imágenes y conceptos muy populares pero poco precisos, la casta, arriba-abajo, austericidio, régimen del 78, etc. Ante el despegue espectacular en el terreno electoral de Podemos, IU ha reaccionado adoptando algunas de los métodos de trabajo y marketing de Podemos, inclinándose por la utilización de primarias para la elección de los próximos candidatos y renovando la imagen más pública con un personaje joven y vinculado al 15-M, Alberto Garzón, pero también ha dejado claro que su discurso político es diferente del de Podemos.

El segundo elemento puesto en juego es la posibilidad de trasladar los resultados electorales de las europeas al ámbito interior en las próximas elecciones municipales, regionales y nacionales. De un lado, la propia manera de despegar de Podemos puede jugar a su favor atrayendo más respaldo popular a un proyecto iniciado con gran fortuna, es el efecto del éxito al que se pueden sumar más apoyos. De otro lado, una posible alianza de la izquierda puede galvanizar los entusiasmos y multiplicar los resultados. De momento, lo que sí es real es la puesta en marcha de proyectos abiertos y englobadores de organizaciones, movimientos y personalidades para conquistar la alcaldía de ciudades importantes como la iniciativa Guanyem Barcelona en torno a Ada Colau, pero también con Municipalia en Madrid. Estas iniciativas se caracterizan por la amplia base popular y por dejar a las organizaciones que a ellas concurren en un segundo plano.

Esta nueva situación ha provocado una reacción visceral de la derecha para intentar bloquear esta dinámica. De un lado, el objetivo se ha centrado en frenar o reducir el apoyo electoral a Podemos mediante la identificación de su líder, Pablo Iglesias, con un proyecto izquierdista oculto, para lo cual han utilizado los vínculos que han tenido él, y en general el grupo promotor de Podemos, con la revolución bolivariana, y también publicitando los contactos entre Pablo Iglesias y el mundo cercano a los presos de ETA.

En este sentido, y como comentaremos más adelante, el rechazo a responde por parte de Pablo Iglesias, presentando esas informaciones como una campaña de difamación puede ser una señal de por dónde puede decantarse el proyecto de Podemos. De otro lado, el PP intenta blindarse de cara a los resultados de las municipales y se descuelga con la propuesta de que los próximos alcaldes sean los candidatos más votados y no los de una posible coalición post-electoral como pueden serlo hasta ahora.

El tercer elemento en juego es la definición del propio proyecto de Podemos. En su seno concurren dos importantes grupos organizados que se disputan sin disimulo su definición y orientación. El primero es el denominado grupo promotor en torno a sus tres cabezas más visibles, Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero e Iñigo Errejón. El segundo es Izquierda Anticapitalista (IA). El primero cuenta con dos bazas principales, el prestigio y capacidad de influencia en los círculos de Pablo Iglesias, y el apoyo del diario digital Público. El segundo cuenta con ser un partido político establecido y bien organizado, con un núcleo de militantes preparados y un proyecto político claramente definido. Ambos han puesto en juego sus respectivas ventajas para orientar el desarrollo de Podemos. El enfrentamiento se ha evidenciado claramente con la elección de la comisión encargada de organizar la asamblea fundacional de Podemos como partido en el otoño. Ya en las elecciones primarias hubo un primero conato cuando tanto Pablo Iglesias como Juan Carlos Monedero indicaron cuáles eran sus candidatos preferidos en dos artículos publicados en Público en medio del proceso de primarias para evitar el excesivo peso de los candidatos de IA. Por cierto, esta intervención en medio del proceso electoral decía muy poco a favor del democratismo del que hace gala el grupo promotor. Pero con ocasión de la elección de la comisión preparatoria de la asamblea fundacional el grupo promotor no se molestó ni en guardar las mínimas formas democráticas, decidió que había que formar una comisión, que sería de 25 miembros, que sería elegida en listas cerradas y, tras tener formada la suya encabezada por Pablo Iglesias, dio un plazo de seis días para poder presentar otras. Cuando en una asamblea celebrada a principios de junio se expresó el malestar de algunos círculos madrileños por este comportamiento antidemocrático, Juan Carlos Monedero defendió las decisiones con el argumento de que habían evitado un golpe de estado en Podemos. No era necesario ser muy perspicaz para adivinar que el grupo promotor quería evitar la capacidad organizativa de IA para que tuviera una presencia importante en la comisión organizadora, ésta debía quedar bajo el control del grupo promotor aunque para ello fuese necesario hacer de la democracia un simulacro.

La importancia de estos “incidentes” radica en que saca a la luz la diferencia entre el discurso horizontal, democrático y asambleario del grupo promotor, y su práctica muy poco democrática. Posiblemente esta disonancia entre discurso y praxis sea fuente de problemas en el futuro.

Pero también se han ido produciendo otros indicios del carácter contradictorio del proyecto que sustenta el grupo promotor. Podemos es presentado por estos como una organización antipartido, pero se registran como partido para las elecciones. Inciden en el carácter horizontal y asambleario del proceso pero se apoyan en el hiper-liderazgo de Pablo Iglesias creado a través de los medios de comunicación. Podrían haber alegado en este caso que también Chávez ejerció un hiper-liderazgo para una revolución exquisitamente democrática como la venezolana, pero cuando la derecha les ha atacado por ese flanco acusando, con un cinismo desbordante, de dictadura a Venezuela y a Podemos de haber sido financiado por el gobierno venezolano, Pablo Iglesias ha evitado defender la revolución bolivariana trasmitiendo la impresión de que renegaba de la relación pasada. Podemos también declinó participar en las reuniones para convocar manifestaciones a favor de un referéndum para decidir la forma de Estado con ocasión de la abdicación del rey Juan Carlos. Y en uno de los últimos gestos, Pablo Iglesias acudió al hotel Ritz a explicar ante la crema del stablishment burgués que Podemos no es el demonio que pintan. Sin embargo, Podemos se ha adscrito en el parlamento europeo al mismo grupo que IU, la Izquierda Unitaria Europea que, además, le propuso como su candidato para presidir el parlamento, y se ha reunido con Syriza en una muestra de afinidad de objetivos.

Señales contradictorias, como decíamos, de la indefinición del proyecto, de las dudas de los promotores, y también del pulso interno entre los dos principales grupos organizados en su interior, por dotarle de un claro perfil de izquierda o mantenerlo con características populistas y más ambiguo en los objetivos para dejarlo abierto, de esta manera, a más capas sociales.

En definitiva, lo que está en juego en esta etapa abierta con la aparición espectacular de Podemos, y que tiene su origen en el momento de aparición del 15-M, es la redefinición de la izquierda, la consolidación de la división en su seno o un proceso de articulación a un nivel superior. El asentamiento de sus proyectos organizativos, IU, Podemos y otras siglas, o su disolución en procesos más nebulosos de candidaturas de amplio espectro popular pero poco definidas en proyectos políticos. La extensión de los proyectos políticos asentados en los valores clásicos de la izquierda que se orienten por sus objetivos socialistas o la marginación de estos frente a objetivos fácilmente reabsorbibles por el sistema, como el democratismo, el multipartidismo, la transparencia, la honradez en el ejercicio de la función pública o el mantenimiento de programas asistenciales.

En el más optimista de los escenarios para la izquierda, Podemos se definiría claramente en este sentido, concurriría en alianzas con IU, se extenderían los valores socialistas entre las capas sociales que se han movilizado contra el austericidio y se alcanzaría una importante representación institucional que unida a las movilizaciones sociales cambiarían la correlación de fuerzas y bascularía el desarrollo político y social hacia los objetivos de las clases populares.

En el más pesimista de los escenarios para la izquierda, Podemos se inclinaría definitivamente por un proyecto populista, se consolidaría la división en la izquierda en perjuicio para IU, retrocedería la influencia de los valores y objetivos socialistas, y se frustraría la posibilidad de cambiar la correlación de fuerzas con lo que se reforzarían las actuales tendencias de retroceso de las conquistas de las clases populares y revitalización del sistema bipartidista en que dichas tendencias se sustentan.

Por ello es necesario ser conscientes de lo que se está dirimiendo en esta etapa histórica para la izquierda del Estado español.