Confío en que pronto, y con el esfuerzo colectivo de los que aún no hemos perdido la cordura, podamos volver a la normalidad democrática; pero costará trabajo conseguirlo y asimilar lo sucedido en los últimos días. Tengo la sensación de que la casta de los intocables, cuyo poder omnímodo se extiende en todos los frentes, se ha movilizado en bloque para tratar de enterrar todas sus indecencias a costa de secuestrar nuestra democracia, despreciando la voluntad de los ciudadanos, más bien súbditos, a quienes ningunean, roban y engañan sin complejo alguno.
Ya no queda prensa escrita libre ni independiente, ni medios de comunicación fiables. En las últimas horas, todos a una, se arrodillaban ante una monarquía obsoleta, desprestigiada, en decadencia, e innecesaria, con una sumisión que produce estupor y nos recuerda una época que pensábamos ya superada. La televisión pública ya es una fiel reproducción del NO-DO de la dictadura, y las privadas no le van a la zaga en sus informativos. El periodismo libre ya está definitivamente secuestrado, y quienes ejercen tan digna profesión solo podrán subsistir si se someten a las directrices de los dueños de la información y la opinión, embarcados en deformar o tergiversar todo aquello que no les intereses. ¿Dónde está el diario El País, aquel periódico libre e independiente, de izquierdas, defensor de los derechos y libertades de los ciudadanos?; se ha convertido en uno más, hasta que desaparezca por inanición.
Pero quizás una de las escenas más patéticas y dolorosas de estos últimos días, ha sido ver cómo por los medios de comunicación desfilaban Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba, y la “promesa” Susana Díaz, todos ellos republicanos de ficción, para loar al Rey que abdica y prometer fidelidad eterna al nuevo monarca Felipe VI. Toda una actitud antidemocrática, que entierra definitivamente el socialismo en el que muchos habían creído. Porque no se puede ser de izquierdas y practicar políticas de derechas, es incompatible defender la honradez y encubrir la corrupción, y es indecente considerarse republicanos y blindar la monarquía.
¿Y para esto luchamos durante la transición?, ¿para que los méritos de la instauración de la democracia se los lleve un monarca impuesto por Franco?. Tengo la sensación, que presumo compartida por cientos de miles de ciudadanos, de que nos han engañado durante décadas y hemos vivido en una gran mentira, en la que los dos grandes partidos nos han hecho creer que vivíamos en una democracia, que ellos mismos se han encargado de corromper hasta hacerla añicos.
Y todo esto sucede una semana después de celebrarse unas elecciones que han demostrado que el bipartidismo ya es historia, que la gente ya no cree en las mentiras de los dos grandes partidos y no está dispuesta a admitir más engaños, y que los ciudadanos han decidido instaurar definitivamente una democracia de verdad, en la que seamos nosotros, y no ellos, los que decidan nuestro destino. Los tiempos han cambiado, será preciso superar muchos obstáculos, pero la victoria está asegurada. Entre todos Podemos.
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