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domingo, 24 de septiembre de 2017

La socialdemocracia y Podemos.

Desde que Podemos forma parte del panorama político, se ha roto el enquistado esquema clásico del bipartidismo. La impostura de los partidos del régimen se hace prácticamente imposible ahora, muy a pesar de que Ciudadanos juega al que nada cambie. A medida que han ido creciendo sus apoyos, se han ido incrementando los ataques. Críticas que van desde la mentira a la infamia, de la acritud a la sin razón. Pienso que cuanto más feroces sean las agresiones, mayor será el número de adhesiones de personas de determinados sectores sociales. Las críticas de los medios de comunicación y de los demás grupos políticos, son cargas de profundidad a su ideario, a su actual oferta ideológica y programática.
El calado del nuevo paradigma político de Podemos: -los de arriba y los de abajo- es enorme; falta aún el proceso de culturización político-social imprescindible para que vaya desbancando al binomio izquierda derecha, que solo beneficia al neoliberalismo rampante que ahora atenaza las clases populares. Quienes son los de abajo: la inmensa mayoría de asalariados, gran parte de los autónomos, la pequeña empresa y una parte significativa de la mediana también. Quienes son los de arriba: las élites socioeconómicas y políticas, los auténticamente ricos y sus mayordomos políticos.



Intentaré, en estas breves líneas, explicar su posición actual. Si bien es cierto que hasta esta última campaña electoral no se habían definido con nitidez (les habían definido como populistas, bolivarianos comunistas etc, siempre en el sentido más peyorativo), es ahora cuando se manifiestan como “socialdemócratas”, bien entendido que no es una socialdemocracia de tercera vía, vacía sin contenido político y social. Los comentarios negativos les vienen de todos los lados: de arriba, de abajo y, sobre todo, del Psoe, hasta el punto que pretenden ser ridiculizados por el que fue, en apariencia, el más “radical” del partido, pero, curiosamente, después de ver los “sketch” en televisión, hemos podido comprobar que el ridiculizador se convierte en ridículo. La verdad es que su oferta socialdemócrata, la de Podemos, deja en evidencia a los del Psoe, que se parapetan en esa ideología socialdemócrata sin que sean consecuentes en sus políticas, más próximas éstas a las de los conservadores que a ninguna otra. La de Podemos es una propuesta inteligente por dos razones. Por un lado, desenmascaran a las del Psoe. Por otro, en coherencia con su ascenso y su capacidad de influencia, se sitúan en el terreno del posibilismo. Aspectos que desarrollaré seguidamente.

La estrategia de Podemos se identifica con el pensamiento de E. Bernstein, la idea de que las alternativas (no la alternancia) deben ser escalonadas de manera que avancen hacia una sociedad de progreso y equidad. Idea que comparto plenamente, siempre y cuando el resultado final sea la superación del actual sistema y del vigente modelo político. La culminación debe ser un Proceso Constituyente desde abajo, una Constitución popular y social.
Es cierto que, en estos momentos, es imposible el salto automático de este sistema socioeconómico a otro radicalmente distinto en el que las mayorías sociales sean las beneficiarias. Por eso, desde la creencia de que Podemos será coherente en sus propuestas con sus futuras actuaciones, es adecuado darles un voto de confianza, aunque, como he manifestado en varias ocasiones, me parece muy complicado que les dejen actuar en consecuencia sin una fortísima oposición, por supuesto incluyendo ese sesgo torticero al que ya nos tienen acostumbrados. Por eso, he manifestado mis reservas respecto a las posibilidades de cambio en este espacio y en este tiempo. Incluso he jugado con la duda de si han sido instrumentalizados como una pieza más del sistema para canalizar el descontento; es en gran medida responsabilidad de las bases vigilar actuaciones de la ejecutiva y del aparato dirigente. Podemos en sus orígenes se dotó de herramientas para evitar desviaciones indeseadas, y deben ser utilizadas si es necesario; las presiones son brutales, nadie está libre de la tentación, nuestros dirigentes tampoco.

Las políticas llevadas a cabo por el Psoe, en sus etapas de gobierno, nada tienen que ver con la socialdemocracia. En mi opinión desde su refundación en Suresnes no han entendido nunca en qué consiste esta ideología y su desarrollo. Nacieron con el apoyo económico del exterior y la anuencia del poder local, como un grupo oportunista, vacío de ideología, como están demostrando, descaradamente, en estos últimos tiempos. La socialdemocracia, asumida inicialmente por el materialismo histórico como una manera de emancipación, es una estrategia dinámica encaminada a la creación de una auténtica sociedad justa. Bernstein, tildado de revisionista, cuestionó bastantes de las tesis marxistas, señalando que las predicciones de K. Marx, respecto al colapso del capitalismo y a las condiciones de miseria de la clase trabajadora, no se han cumplido hasta ahora. Desde aquí apoyo incondicionalmente los planteamientos de la socialdemocracia auténtica. Bernstein apostaba por políticas reformistas para alcanzar la Justicia Social. El propio Engels al final de su vida defendía que el sufragio universal era un camino para lograr el cambio. Por lo tanto, en un ejercicio de buena voluntad, queremos pensar que Podemos tiene en cuenta el pensamiento de los citados autores e intenta trazar una alternativa que, posición a posición, propicie un sistema que plante cara al neoliberalismo globalizador, depredador de los recursos naturales y del ser humano, que ahora es pensamiento hegemónico. Hemos entrado si me permiten el símil en una “guerra de trincheras” que será larga y costosisima.

En mi opinión –asumiendo, con reservas, esta vía como válida para la transformación de la sociedad- un primer paso, camino de esa alternativa, podría resumirse en los siguientes puntos: a) el saneamiento de las administraciones y de las dependencias de carácter público; b) la persecución implacable de la corrupción, y la regulación normativa para evitar la especulación; c) la aplicación de una política fiscal progresiva habilitando legislaciones que aseguren su cumplimiento, lo que supondría poner límite a las crecientes desigualdades económicas entre unos y otros; d) promover el acuerdo internacional para evitar la evasión de capitales; e) la protección con el debido blindaje de lo público y la recuperación de las instituciones que han pasado a manos privadas; f) la lucha contra la pobreza y la aplicación de fórmulas que den cobertura a quienes carecen de ingresos. No obstante, en las etapas posteriores sería imprescindible que desapareciera la plutocracia y que se crearan las condiciones para que el poder económico entrara en fase de respetar la ley; en definitiva se trata de democratizar la riqueza y los medios de producción.

Sea ahora, o más adelante, si es que Podemos consigue gobernar, tendremos la ocasión de comprobar si están dispuestos a trabajar para ir por esta vía, o, al menos, para intentarlo. Si no es así tendríamos que volver a nuestras sospechas y pensar que todo es mentira, o que la sociedad no está en condiciones de salir de una situación como la que vivimos. De todas formas, la peculiar situación política obliga a centrarse en el futuro más cercano y en lo que podríamos considerar causas menores. El verdadero problema, al que ningún grupo hace referencia en sus propuestas, es el agotamiento del sistema global y la incierta evolución que vamos a vivir, que ya estamos viviendo, sin que sepamos hacia dónde camina el mundo. El agotamiento neoliberal es una evidencia que habrá que poner sobre la mesa sin complejos.


El huracán Podemos va más allá de sí mismo. Su secreto le trasciende. Su presencia nos interpela. A cierta sección de la izquierda tradicional, que podamos poder nos asusta. El pataleo de tantos años por la mayoría de edad despreciada nos imposibilitó abandonar el estigma identitario de la dependencia. La Dictadura y la Transición españolas nos hicieron cantores de salmos pero no profetas. Sin darnos cuenta aplaudimos durante años la tonada que nos ataba a idéntico perpetuo estribillo. Se mira por encima del hombro. Se sospecha. ¿Quiénes se creen estos de Podemos, que se piensan que pueden? No nosotros, claro está. Los luchadores por la igualdad, la justicia y la libertad no podemos, nunca hemos podido, es definición nuestra no poder: es imposible que este nuevo partido pertenezca a nuestra estirpe, pues pueden. Peor aún, quieren poder.

Podemos es la primera fuerza política con posibilidad de dignificar las condiciones de vida de las clases trabajadoras y asalariadas en España desde el golpe de Estado derechista de 1936. La oportunidad Podemos es inédita en el país en los últimos 80 años. No es raro por tanto que su irrupción produzca profundas incomodidades incluso en las fuerzas políticas y sociales que tradicionalmente se autoproclamaron como las promotoras del cambio social.

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