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sábado, 21 de junio de 2014

La represión politica en España ya es un hecho.



El derecho a expresarse en libertad, incluso para discrepar sobre las tesis dominantes, es consustancial a la democracia. Y si ese derecho se restringe o limita, hasta el punto de utilizarse la violencia policial para impedir su ejercicio, entramos en el campo de un fascismo represivo, más propio de regímenes dictatoriales. Y esto es lo que ha sucedido en el día de ayer en Madrid, durante la celebración fastuosa de la coronación de un nuevo Rey, impuesto por la oligarquía dominante, y sin contar con el parecer de los ciudadanos.
Ayer no se cortaron las calles, ni se paró el metro, ni se registraron los domicilios, ni se hizo un control exhaustivo de los viandantes en el centro de Madrid por motivos de seguridad, sino para impedir que pudiesen expresarse libre y pacíficamente quienes discrepaban de la coronación de Felipe VI. Se prohibió y reprimió todo lo que no estuviese en el guión, hasta el punto de que varios ciudadanos fueron esposados y detenidos 
por portar banderas republicanas y expresarse libremente y sin complejos.

Ante la represión policial y política
más democracia.


Ante tanto desatino en las redes sociales primaba el sentido del humor, viendo cómo todo sonaba a ridículo y rancio. Pero lo ocurrido no es para tomárselo a broma; es muy serio y va a más. De aquí a la eliminación de nuestros derechos como ciudadanos solo hay un paso, que más de uno pretende dar al primer descuido.
Cuando esto ocurría en las calles, en donde el mensaje único se imponía por imperativo policial, el nuevo rey anunciaba que su intención era estar cerca de los ciudadanos; paradójico. Mientras todo esto sucedía, Susana Díaz y Javier Fernández, los dos únicos presidentes autonómicos socialistas, se hacían un selfie con el popular Ignacio González, presidente de la comunidad de Madrid, investigado por casos de corrupción. Ignoro de qué se ríen, pero esta foto no se hace ni en broma, refleja un avance en su descrédito personal, demuestra que todos son iguales de impresentables y supone burlarse de los ciudadanos, cuando muchos de ellos están sufriendo las penurias de la crisis, y ahora también de la represión.
Cada euro que ayer se gastó supuso desviar dinero público para una suntuosidad innecesaria, e impedir que su destino final fuese para cubrir necesidades vitales de muchos ciudadanos que sufren una situación angustiosa. Y esto debe avergonzar a quienes se prestan a ser intérpretes de una comedia impropia de un sistema democrático, en la que más de 2000 invitados brindan con cava catalán y vinos de reserva para celebrar la imposición de un Jefe de Estado, sin consulta previa a quienes les pagamos todo, la bebida, la comida, y hasta los teléfonos móviles con los que retratan sus ridículas actitudes.



Los políticos siguen viviendo en una urna de cristal y aún no se han enterado de lo que se puede y no se puede hacer. Pero los ciudadanos están cada día más hartos de sus indignos comportamientos, y muy pronto sufrirán un castigo muy severo en las urnas, y entre todos Podemos. No se puede ser republicano y de “izquierdas”, y compartir mesa y mantel con quienes se esconden detrás de un monarquía obsoleta para mantener sus privilegios, que intuyo ya tienen fecha de caducidad. Pero no nos descuidemos, son capaces de todo para mantenerse en el poder, y no es ninguna broma.

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