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viernes, 19 de junio de 2015

La bisoñez del principiante no debe repetirse. Caso Zapata.





A esos que nos prefieren apolíticos que concienciados, consumidores que ciudadanos, en Madrid, Barcelona y otras ciudades, les hemos sacado de las instituciones. Hemos comenzado a empoderarnos, y eso les enfada. Ahora, lo que han perdido con las elecciones, tratarán de recuperarlo haciendo ruido mediático. Por eso, desde el primer día tras la investidura de Ahora Madrid, han ido a matar. La dimisión de Guillermo Zapata significa de hecho que, esta vez, hemos caído en su trampa. Pero tendremos que aprender. Porque no puede ocurrir igual con Rita Maestre, Pablo Soto, y cualquier otra persona que tenga… ¿que tenga qué?, ¿que tenga un pasado?


Porque así es como en realidad nos quieren: sin pasado. O al menos sin un pasado de compromiso social. La dimisión de Zapata fue, en mi opinión, y con respeto hacia la suya, precipitada. Tengo mis dudas de que de todo esto hayamos salido favorecidos. Hemos demostrado ser transparentes, humildes, sin ambición de cargos. Pero también ha sido un dar el brazo a torcer, darles el placer de que comencemos este ciclo político más con el sabor agrio que deja una dimisión que con el sabor dulce que produce que 2.071 menores vayan a comenzar a recibir dos comidas diarias y que el gasto para comedores este verano vaya a aumentar de 258.000 a 388.500 euros.

Como dice el compañero Miki, “primero fueron chistes de humor negro (Guillermo Zapata), luego actos pacíficos de protesta por una educación universitaria laica (Rita Maestre), ahora por hacer Ciencia y jugar a ser Dios (el padre de Zapata)… ¿qué será lo siguiente? ¡Una concejala de Ahora Madrid fue vista con una falda por encima de las rodillas! Tenemos que dejar de hacer caso a la España medieval que no tolera haber perdido sus privilegios en las elecciones.”
Porque esa es la cuestión: que los intereses de los que llevan años ocupando escaños, no son los mismos que los de una ciudadanía que se hace mayor de edad. Por eso intentan acabar con Alfon, con Facu Díaz, con Guillermo Zapata, con Rita Maestre… Quieren quitárselos de en medio, enviarlos a prisión, y entonces, cuando sean presos políticos, podremos preguntarnos: ¿por qué no tiene Alfon el apoyo de los que apoyan a Leopoldo López? ¿No será que los que en España llevan años gobernando para sus amiguetes querrían que fuese igual en todos los países? Quizás, solo quizás, el gobierno venezolano no está dispuesto a que eso sea así. Quizás y solo quizás, por eso Leopoldo López está encarcelado. Y quizás, y solo quizás, por eso llevan tanto tiempo haciendo campaña contra gobiernos como el de Venezuela.
Allí, como en Ecuador, Bolivia o otros países cuyos gobiernos están plantando cara al gran capital, tienen experiencia en campañas de difamación. Es lo que tiene. Cuando haces las cosas de otra forma y dejas de servir a los intereses de esos que no se presentan a elecciones, te atacan, como sea. Del pasado tendremos que aprender.



Guillermo Zapata quiso ser y fue humilde, pero quizás también un tanto ingenuo. Tal vez por el vértigo que le producen unas desprestigiadas instituciones políticas a un ciudadano honesto, o por la inexperiencia a la hora de manejar la sobreexposición mediática. El caso es que tendremos que aprender cuándo el fondo de una cuestión realmente importa, y cuándo se trata de ataques interesados; cuándo hay que dimitir, y cuándo nos están presionando más de la cuenta; cuándo hay que retirarse, y cuándo contraatacar.
En estas elecciones no pudieron repetir un Tamayazo. Sabían que estaríamos alerta y que repetirlo evidenciaba su deseo de que esto fuera Baltimore. Pero han conseguido algo más sutil: usar nuestra decencia y humildad en nuestra contra.
No dejemos nunca de ser humildes: dejemos eso sí de ser ingenuos y espabilemos… aprendamos a reconocer una trampa.

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