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viernes, 30 de mayo de 2014

El nuevo paradigma. Mayorías sociales o Élites.....?



Podemos sin lugar a dudas es un partido político que no deja indiferente a nadie, o le amas o le odias; es además un sentimiento. El sentimiento que te hace intuir que la ciudadanía común tiene por fin la ilusión y la esperanza de liberarse del yugo institucionalizado por el franquismo primero, y por el régimen de la transición después, personalizado en democracia por el Partido Popular y el PSOE. 
Podemos como movimiento de la gente común, enarbolando el nuevo paradigma político: los de arriba (las élites) y los de abajo (el resto), y liderado por un grupo de profesores y politólogos, todo ello ensamblado por Pablo Iglesias y su indudable carisma, han sido capaces de ponerlo todo patas arriba, de cambiar los cimientos politicos de España, con su sola presencia.

Siempre me he considerado un animal político, tal como lo definió Aristóteles; coexistimos para convivir, necesitamos un espacio en donde uno sea alguien con los demás, porque la  pluralidad es esencial para construir nuestra realidad y programar nuestro futuro. Como decía Hannah Arendt, una de las filósofas más influyentes del siglo XX, “La política trata de estar junto los unos con los otros diversos. Los hombres se organizan políticamente según determinadas comunidades esenciales en un caos absoluto o a partir de un caos absoluto de las diferencias“.
En nuestra realidad diaria, en los últimos años la política se ha convertido en frustrante, al estar dirigida por partidos que han convertido en profesión vitalicia y bien remunerada su colaboración al bien común; y de ahí surgió el priorizar los intereses personales y de partido sobre los de los ciudadanos que los elegimos; y se extiende la corrupción, y las corruptelas, hasta límites insoportables, convirtiendo a nuestros actuales dirigentes en un mal endémico e incurable, un tumor maligno que es preciso extirpar con un cambio radical de personas y maneras de hacer política, lo que algunos han dado en llamar regeneración democrática.


El problema es que quienes prometen el cambio son precisamente los que han corrompido la vida política, por lo que es necesario cambiar de actores, y de escenario, y empezar desde cero, con personas limpias de toda sospecha. El reto es harto difícil ya que, aunque la sociedad es muy crítica con los políticos de siempre, los grandes partidos han convertido a sus seguidores en fieles feligreses incapaces de decidirse a abandonar sus maltrechas creencias. Pero no hay desafío imposible, y quienes creemos que la utopía puede convertirse en realidad, y que los sueños pueden dejar de serlo, tratamos de luchar día a día a nuestra manera, con la intención de cambiar las cosas.
Como demócrata visceral, siempre he participado en las urnas, como un deber consustancial al ser humano. Pero en los últimos años he votado el mal menor, al menos malo, en la esperanza de que cumpliera sus promesas  y cambiase para mejor. La frustración ha ido en aumento, y se ha agotado mi paciencia, como creo ha ocurrido a cientos de miles de ciudadanos de nuestro país, que esperan algo más de los políticos, algo tan sencillo como que sean honrados y cumplan sus promesas.
Me he convertido en un crítico implacable de la corrupción,  del engaño,  de la manipulación, y de la estafa política. El hedor de los partidos políticos y de las instituciones se ha hecho insoportable; y lo más lamentable es que prometen cambios para seguir como siempre y proteger su entorno. No es posible que los corruptos, manipuladores y estafadores de la política acaben con los males que ellos mismos han creado.



Cuando surgió el 15M creí ver un rayo de luz que iluminase el futuro de nuestro país y de nuestra democracia. Y aunque sufrí una temporal frustación con ese movimiento, creyendo que su papel se había limitado a unas acampadas y poco más, sin compromiso personal para cambiar las cosas, ahora veo, a través de Podemos que se ha dado un paso al frente, y se ha formado un ejército de combatientes contra el poder establecido, dispuesto a dejarse la piel para conseguirlo. Sus principales armas son la palabra, la honradez, y la defensa de los derechos y libertades de los ciudadanos; suficientes para enfrentarse a un enemigo potencialmente más poderoso.


Por consiguiente, para lograr una democracia real debemos empezar por establecer un sistema político donde se lleven a la práctica de manera eficaz las siguientes medidas, entre otras: elegibilidad de todos los cargos públicos, revocabilidad de todos ellos, ley electoral donde se busque la mayor igualdad posible entre los votos, separación de todos los poderes (ejecutivo, legislativo, judicial, prensa, eclesiástico, sindical, y sobre todo económico), mandato imperativo, referendos vinculantes y más frecuentes, máxima transparencia de la gestión pública, libertad de prensa, autofinanciación de partidos y sindicatos, democracia interna en los partidos y en los sindicatos, etc., etc., etc. En definitiva, se trata de que el pueblo participe más y mejor en los asuntos públicos que le incumben, de que además controle a los representantes elegidos y de llevar a la práctica el principio elemental de la democracia, su ADN: la igualdad. Todas estas medidas se sintetizan en un único concepto: regeneración democrática



El objetivo de la lucha por la democracia en España debe ser la realización de un proceso constituyente. La búsqueda de la democracia real equivale a la construcción de una nueva Constitución. El pueblo debe participar activamente todo lo posible en la realización de la nueva Constitución. El hito que debe buscar el movimiento 15-M es un referéndum para que el pueblo elija la nueva Constitución, lo cual debe implicar forzosamente también la elección del régimen: Monarquía o República. Hasta ahora esta elección no ha sido posible. Al pueblo se le obligó a elegir en su día entre Monarquía o nada. Este proceso de regeneración democrática debe ser acompañado de debates públicos y plurales donde todas las opciones tengan las mismas posibilidades de ser conocidas por la opinión pública. Sin miedo, sin chantajes, sin limitaciones, sin tabúes. La democracia sólo podrá alcanzarse democráticamente. La democracia es al mismo tiempo el fin y el medio del movimiento democrático.


La democracia es esencial. Sin ella es imposible que los gobiernos gobiernen para satisfacer el interés general, que tomen las medidas adecuadas para combatir las crisis. La democracia es la base del sistema político de una sociedad soberana. No será posible una sociedad más libre, más justa, sin la democracia real. No podremos transformar la sociedad sin la infraestructura política imprescindible, sin una democracia suficiente, sin una democracia que merezca tal nombre.
Y aquí estoy, de nuevo en el frente, en primera línea, a darlo todo. Siempre se me ha calificado de idealista y utópico, y es cierto. Pero no es malo luchar contra las injusticias y la corrupción, y en defensa del interés común. Todos los desengañados, la gente decente, podéis dar un paso al frente, sin esperar más. Pronto tendréis una oportunidad de demostrar que el futuro es vuestro, nuestro, y no de ellos. Entre todos Podemos, los ciudadanos tienen la última palabra.


El huracán Podemos es el anhelo por lo común, por la Justicia Social.

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